La jornada comenzó con el montaje de la base del Belén: unos tableros de aglomerado y unos caballetes de madera que donó al Belén nuestro querido Enrique Clérigo, amigo y también socio de la Peña Afición Vallisoletana. Para entrar en calor subimos todo el material hasta el primer piso, en la Sala de Exposiciones, donde Sagrario montaría el Belén.
Tableros y caballetes son la base del Belén |
La abuela con el nieto "armado" con pistola de cola caliente, su preferida |
Poco a poco la montaña fue cogiendo formas, en una labor vamos a decir... "sucia"
Como podéis ver Sagrario no usa guantes, no los "aguanta" |
Y al final de la tarde, Sagrario ya tenía la base de un fondo montañoso de Belén aceptable con algo a sus pies que después sería un río. No hay un Belén como Dios manda sin un río.
El sábado lo pasamos entero en la Peña, hasta las diez de la noche, así que el avituallamiento fue sobre la marcha, como los ciclistas, ayudados por una sartén de huevos rotos que Teresa, alma máter de la cantina de la Peña, nos preparó con esmero. Tampoco faltó la constante atención de Sera, que cada dos por tres asomaba por la puerta a ver si necesitábamos algo.
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