Este Belén, como tantos, es un Belén familiar, hecho por mi madre,
Sagrario Abad Verdejo, para mi hijo
José Antonio y cualquiera que lo visite durante estos días se dará cuenta del cariño que hay puesto en cada rincón del Belén, cariño sincero, propio de una abuela hacia su nieto.
Eso lo hace el Belén más especial del mundo, no hay otro igual.
El Belén, que originalmente fue un juego Navideño para José Antonio, desde hace muy poco se ha convertido en un auténtico entretenimiento en el tiempo libre de mi madre y durante muchas noches, aunque si le preguntas a ella te dirá que lo ha hecho a ratos. Sagrario nunca antes había hecho manualidades de este tipo, no ha hecho cursos de Belenes, hasta ahora no conocía a otros Belenistas, su primer Belén lo hizo hace 7 años con un portal y figurillas del todo a cien y todo siempre en nuestro entorno familiar, nunca había montado un Belén fuera de nuestro hogar. Un librillo sobre la construcción de Belenes que José Antonio pidió para su abuela a los Reyes Magos el año pasado es toda su biblioteca de referencia. Es un Belén autodidacta, eso lo hace tan especial.
Es un Belén artesano, casas y complementos hechos a mano con materiales sencillos pero con toda la imaginación, no hay otra planificación en su construcción que la que tenga
Sagrario en su cabeza, y eso es porque es el Belén de un hogar y los Belenes de un hogar se hacen con el corazón, no con un plano, eso lo hace tan especial.
Sus figuras son de origen variado, algunas están modeladas a mano por Sagrario, a la medida de las escenas del Belén, como la abuela Ramona que hemos visto en otras entradas, nunca antes Sagrario había modelado una figurilla; otras son regalos de amigos, sólo por eso están presentes, y otras son simplemente compradas en el todo a cien, porque en mi casa, mi hijo siempre ha jugado con las figuritas del Belén, y como cualquier niño, no se resiste a que Baltasar persiga a las ovejas o que los ángeles vuelen rasantes por el río. No, no son figuras de Lladró o de un escultor belenista prestigioso. Esas valiosas figuras son para los Belenes Monumentales, obras de arte que nuestro Belén no es, y eso le hace tan especial.
Es un Belén para disfrutar, se puede ver y jugar con él desde todos los ángulos, puedes asomar la cabeza en las calles de atrás, los patios... las figurillas siempre han podido hacer emboscadas en ellas o jugar al escondite detrás de una esquina, porque las casas no son de atrezzo como en las películas. No, este Belén no es un Belén lineal, no se ve de frente, no necesita profundidad porque es profundo, no tiene niveles porque la meseta es llana, es simplemente distinto, eso lo hace tan especial.
Es un Belén vivo, las figuras solo se mueven cuando mi hijo alineaba las ovejas en columna de a dos o decidía la hora de cierre del mercado y todos a casa a dormir. No hay ningún mecanismo repetitivo que haga que el carpintero sierre infinitamente un leño o que el alfarero nunca acabe esa vasija que no para de girar como una peonza vertiginosa, no es un Belén donde todos mueren al bajar el interruptor. Este Belén se apagaba cuando mi hijo dejaba de jugar con él. La vida de
el Belén de mi nieto está en un niño y en los detalles que lo inundan y sobre todo en las plantas, pero no en los vistosos árboles, sino en ese pequeño liquen que se acumula en el norte de los tejados, en las plantitas en los bordes de los caminos y en los brotes y flores que surgen allá donde mires. Como dice el
Ángel Efiriel a
Elisabeth en el cuento
El misterio de Navidad, "las flores forman parte de las maravillas celestiales extraviadas y caídas a la Tierra, pues en el cielo hay tantas maravillas que se propagan con facilidad". Este no es un Belen yermo, eso lo hace tan especial.
Este Belén no cumple con las
reglas belenísticas sobre el planteamiento de las escenas, aquí no hay confusión: no hay Anunciación, no aparecen
María y
José duplicados en distintas escenas, no está el posadero y de Herodes no queremos ni oir hablar... Este Belén es el Belén de un niño, por eso la escena central es la permanente, la Sagrada Familia y los Reyes Magos llegando a adorar al Niño Jesús, con sus camellos y sus pajes, esa es la Navidad de un niño. El Niño Dios no está desnudo entre pajas, está en su cunita, arropado y calentito, como cualquier abuela quiere ver a su nieto, eso lo hace tan especial.
Es un Belén sencillo expuesto en un sitio sencillo y
sobretodo querido, donde nos han acogido de tal forma que sigue pareciendo que el Belén continúe en nuestro hogar... Manuel, Yolanda, Enrique, Carlos, Castellanos, Vicente, Mariano, Sera, Teresa y tantos otros... eso lo hace tan especial.
Y todo esto y más se ve reflejado en los mensajes que cientos de amigos, desconocidos y anónimos han dejado a
Sagrario en el precioso
Libro de Visitas, que mañana
José Antonio regalará a su aya en la Fiesta de los
Reyes Magos de la
Peña Taurina. Eso también lo hace tan especial.
Disfrutad del Belén y de todos los demás de la ciudad, también son especiales.